No tengas miedo de aprender... ¡Nunca es tarde!

martes, agosto 21, 2012

Veintidós

Tengo esta extraña sensación dentro de mí, esa... presión en el pecho y el ''nudo'' en la garganta. ¿Lo merece? Supongo que sí. Por algo me he estado sintiendo así. Conversar con él me tiene un poco mareada, y no es su trato, sigue siendo igual. Es la situación, es la incomodidad, es el deseo de volverle a creer, el deseo de volver a sentir sus abrazos sinceros de amistad, de volver a sentir sus manos molestándome una vez más. Pero pasa, pasa lo de siempre. Mi siempre. Orgullo, bonito orgullo, si anda conmigo para todos lados. Pero con él... con él lo perdí por completo. Llegué incluso a sentirme humillada y éso ya es demasiado. Si alguien me ha echo sentir alguna vez así, ya está muerto así que no cuenta. No lo hubiese soportado, y ahora no lo soporto. Pienso en aquél momento y me avergüenzo de mí misma y pienso... ¿por qué lo hice? ¿por qué seguí el impulso del momento? ¿cómo no usé la razón?. Por primera vez he dejado que alguien intente superar mis parámetros, por primera vez doy el inicio en algo así, y ahora me retracto pero no arrepiento. Si me arrepintiera ¿de qué serviría? Sería una soberana estupidez. Este suceso me ha echo pensar y cuestionar varios puntos importantes. Gracias a este suceso he ido creciendo como persona y es lo que rescato de la situación. ¿Lagrimas? No hay, el nudo se va desatando y la presión va disminuyendo. ¿Qué más puedo decir? Ah, sí. Feliz cumpleaños.

-

Caminaba hacia la Universidad con las gotas cayendo por el borde de mi paraguas azul, mientras escuchaba 'Imperfect', de Stone Sour. Imperfect... me gusta donde dice "somos unos perfectos imperfectos". Caminaba hacia la Universidad y vi un auto varado al costado de la calle, el motor haciendo un horroroso ruido de arranque que no arrancaba, pensaba en todo lo que tenía que seguir caminando y no pude hacer más que darme ánimos a mí misma. Vamos, será un buen día. Y lo fue. Y agradezco por eso. Y fin:D No, y me puse a pensar en lo irreal que fue ayer. Y que me agradó tanto el día, la tarde y la noche... Y luego miré hacia atrás y el auto estaba andando. Sonreí para mis adentros.

-

Explicando:
Iba yo un día caminando (a veces se me da eso de caminar), con mi cara de amargada como siempre, con mi cara de nada me importa, haciendo retumbar el suelo de tan fuerte que pisoteaba con mis negros bototos. Y seguía caminando sin rumbo fijo por el centro de la ciudad de Concepción. En una esquina, donde había quedado parada por el rojo del semáforo, miré hacia la otra esquina, la del frente. Estaba de pie un niño, joven... de unos dieciocho más o menos, con el cabello verde, corte punk, vestimenta punk, sonriendo. Y no dejaba de sonreír, y yo con mis ojos delineados con negro, mi labial rojo, mi expresión de odio hacia la humanidad, lo miraba con desafío y él, continuó sonriendo. El semáforo cambió a verde, y el chico me miraba, sonriendo; y yo, con odio. Él cruzó la calle mirándome, y yo le correspondía la mirada. Pasó por mi lado sin despegar sus sonrisa, y yo, pasmada en la misma esquina donde había estado tres minutos atrás, sin mover ningún otro músculo del cuerpo... sonreí. Y comprendí que con aquel parco gesto del chico, pude sonreír sin causa alguna, y quise continuar su cadena de sonrisas. Por eso considero que sonreír es tan bueno para uno mismo tanto como para el resto. Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas puede cambiar el mundo

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Le gustó lo que leyó?